Se apagaron las luces y, ya antes de salir a escena, nos quedamos embrujados. Tiene bien puesto el nombre de “El Brujo”. Antes de empezar a hablar ya había conseguido que no quisiéramos perder detalle de cada paso, cada palmada, cada gesto….Es un hombre menudo, pero llenó el escenario al momento, nos enganchó con la primera palabra y ya no nos soltó hasta contarnos todo lo que se le ocurrió sobre Cervantes y su Quijote (entre otras cosas). Fue divertido, interesante, ameno y también didáctico que era lo que pretendía la “profe”.
Aunque la mayoría no habíamos leído el libro, la verdad es que lo conocimos un poco mejor a través de las palabras de ese mago del teatro y, por lo menos para mí, monólogo ya no va a sonarme a al algo pesado y aburrido. Se ha despertado mi interés por el teatro.
Nos lo pasamos muy bien ese día en el teatro.